domingo, 29 de diciembre de 2013

Los cultos-cargo

John Frum que estás en los cielos


Los Culto Cargos, tal como los llaman los antropólogos, son la fascinante historia de la creación de una nueva religión en el siglo XX, folclore en formación ante nuestros ojos. Una religión que nace a inicios del siglo XX y que se desarrolla sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial en algunas islas del Pacífico. Un caramelo para sociólogos, antropólogos o filósofos que han escrito bastante sobre el asunto, así  que tal vez ya conocen el tema, pero es que yo me he enterado hace poco, entre trabajar y seguir el twitter de Rajoy y todas las declaraciones de Mourinho no es fácil enterarse de cosas interesantes, no hay tiempo.

Hasta los años 40 del siglo XX los indígenas de algunos lugares remotos del Pacífico, sobre todo en la Malanesia vivían apartados del mundo en sus idílicas islas. Bueno, a ellos no les parecían tan idílicas (háganse cargo -con perdón- no había resorts todavía) ya que tenían que trabajar duro para sobrevivir. Sus creencias podríamos calificarlas de habituales en estos casos: rendían culto a sus antepasados que regresarían trayendo consigo una nueva era de prosperidad.


Pero estalla la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico y aquello cambia por completo. Empiezan a oír extraños  rugidos en el cielo, a ver enormes pájaros oscuros, o seaOVNIS, y grandes canoas o monstruos marinos. Primero a lo lejos y finalmente algunos desembarcan en su isla. El choque cultural es de proporciones bíblicas, nunca mejor dicho. Algo así como la llegada de las primeras suecas a nuestras playas, pero más bestia. De esas extrañas máquinas salen hombres muy blancos vestidos de verde, con curiosas insignias y banderas y objetos metálicos en sus manos. Sin duda eran los nuevos dioses o, como mínimo, sus profetas.

Nuevos dioses más poderosos

Todo el esquema de creencias de estos indígenas se vino al traste. Estos nuevos dioses parecían poderlo todo. Traían latas de conserva, linternas, leche en polvo, chocolate, tabaco y toda una suerte de objetos mágicos que empezaron a regalar a los indígenas. Éstos observaban ojipláticos cada detalle y pronto se dieron cuenta de una cosa, los dioses de los blancos eran mucho mejores que los suyos. Ellos llevaban siglos trabajando duro y siguiendo rituales y sacrificios sin un resultado demasiado satisfactorio. En cambio, estos mesías blancos no cultivaban, no pescaban, se limitaban a realizar unos extraños rituales: escribían en papeles, se sentaban ante cajas parlantes y se comunicaban con sus dioses a través de extraños artefactos que emitían ruidos y luces. A cambio, sus dioses enviaban un cargo (un flete) impresionante: comida y ropa, así como todo tipo de regalos en abundancia.  Así, por la cara. Además, esos curiosos hombres blancos venidos de una tierra lejana a la que llamaban USA tenían también el poder de curar enfermedades, unos verdaderos magos. Un civilización superior llegada desde el espacio.

En una de esa pequeñas islas,Tanna  en el archipiélago de Vanuatu, se sigue celebrando una vez al año el rito principal de su nueva religión, El día de Jhon frum(el 15 de febrero), en el que honran a su dios. John Frum es un personaje a medio camino entre la realidad y la leyenda. Se cuenta de él que era bajito, con el pelo blanco y una casaca con numerosos botones. Se sospecha que fuera un soldado norteamericano y que su nombre vendría porque se presentaría diciendo algo así como “I am John, from America” y de ahí el nombre acortado, John Frum para aquí unos amigos y devotos seguidores. Aquel profeta blanco desbarata la estructura social y religiosa de la pequeña isla de Tanna. Les enseña muchas cosas, como que llegará un día en el que no tendrán que trabajar, que aquello será el paraíso, y a la vez les anuncia también la llegada del apocalipsis. Dice la leyenda que tuvo tres hijos: Isaac, Jacob y Lastuán (the last one), aunque muy pocos elegidos pudieron verlos y transmitir sus conocimientos.
Tras un tiempo, John Frum desapareció. Hoy día siguen esperando su retorno, que traerá otra vez el preciado cargo, una nueva era de abundancia en la que no habría que volver a trabajar. Siguen convocándolo cada 15 de febrero con sus desfiles, sus pistas de aterrizaje y sus aviones de caña.




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